El marketing olfativo se ha convertido en el as bajo la manga de muchas marcas, y no es para menos. ¡Quién diría que un buen aroma puede ser tan poderoso! En un mundo donde empresas y productos compiten por destacar como estrellas de rock, el uso de fragancias únicas es como el acorde perfecto en una canción que no se te va de la cabeza: deja huella, genera emociones y crea conexiones con los clientes que duran más que un buen perfume.
Pero… ¿qué son las emociones?
Todos creemos tener las emociones bajo control, pero ¿alguna vez nos hemos detenido a pensar en el papelazo que juegan en nuestras vidas? Las emociones son como el motor secreto que impulsa todo: desde lo que pensamos hasta cómo actuamos y nos relacionamos con el mundo. Si experimentamos emociones positivas a diario, el resultado es semejante a impulsar con un motor turbo nuestro bienestar y nuestras relaciones.
Aquí es donde entra en escena la inteligencia emocional, ese superpoder que nos ayuda a detectar, entender y gestionar nuestras emociones y las de los demás.
¿Puede el marketing tocar nuestras emociones directamente? La respuesta es “sí”. Piensa, por ejemplo, en los anuncios navideños de Coca-Cola, con su clásico mensaje de unión y felicidad. Suelen impactar en nuestra fibra sensible para hacernos sentir la magia de las fiestas. Sucede algo similar con las campañas de IKEA en torno a la idea “Nada como el hogar para amueblarnos la cabeza”. La firma sueca ha creado piezas publicitarias que muestran la importancia del hogar en nuestras vidas, conectando con las emociones que sentimos hacia nuestros espacios personales y familiares.
Aunque, no todas las campañas buscan cambiar el mundo; a veces, una simple compra es fruto de una emoción que ni notamos. ¿Quién no ha caído ante esos menús irresistibles que nos ganan con imágenes de comida que te hacen la boca agua? Quesos brillantes y elásticos, pan perfectamente tostado, helados cremosos… No estamos saboreándolos, pero ¿alguien más está sintiendo hambre por aquí?
Estamos muy acostumbrados al marketing visual y táctil, pero ¿qué hay de la tendencia del marketing olfativo? Hoy en día, las empresas se enfrentan al desafío de destacarse entre la competencia y ocupar un lugar privilegiado en la mente de los consumidores. El olor es una vía para ello.
El auge del marketing olfativo
En el mundo de las técnicas para mejorar la comunicación estratégica, el marketing olfativo está cobrando protagonismo. Se basa en utilizar aromas específicos en tu negocio para conectar con las emociones. Como mencionamos antes, la idea es influir en el proceso de compra y hasta en el estado de ánimo de los empleados.
Aunque es el menos explotado dentro del marketing sensorial, es probablemente el más poderoso, capaz de permanecer en la memoria durante mucho tiempo. ¿Quién no ha tenido un flashback de su infancia al oler el algodón de azúcar en una feria? O al entrar en una tienda de Abercrombie & Fitch, donde el aroma es tan distintivo que es imposible no asociarlo con la marca. Incluso cuando pasas por una tienda Lush, el olor a productos frescos y naturales te envuelve y te transporta automáticamente a su universo de cuidado personal. Estas fragancias son tan características que los reconocemos al instante, sin necesidad de ver el logo o la tienda.
Así llegamos al final de este viaje aromático, donde hemos descubierto que el marketing olfativo no es una tendencia pasajera, sino una verdadera arma secreta en el arsenal de las marcas. Así que la próxima vez que entres en una tienda y te envuelva un olor delicioso, recuerda: no es casualidad, es estrategia. Y si te encuentras comprando más de lo planeado, no te preocupes: no eres tú, es tu nariz la que ha decidido tomar el control. ¡Quién diría que una buena fragancia podría ser tan convincente!
Ahora, ve y conquista el mundo, de una bocanada a la vez. ¡Nos olemos más adelante!