Por qué la traducción de audio con IA no será buena para los creadores en español 

Ya llegó el cenizo. Ya está aquí el texto neoludita que invita a demonizar los avances de la tecnología y a desear el retorno a la Edad de Piedra. Pues no, no es ésta la intención del siguiente post. En Incógnito somos fans de la inteligencia artificial. También tememos las consecuencias que su uso puede tener en la libertad de elección y en la igualdad de oportunidades. La semana pasada, Meta anunció que facilitará la traducción de los reels de Instagram de inglés a español y viceversa. Esto incluye la modificación por IA de los vídeos para facilitar la sincronización de los labios con el audio. Todo ello incrementa nuestra admiración y un poco nuestro terror. ¿Por qué? Te lo contamos a continuación. 

Estamos hablando de una capacidad que ya estaba a nuestro alcance. Al igual que existen herramientas que pueden generar un audio con nuestra voz en un idioma distinto, también las hay que son capaces de sincronizar dicho audio con una imagen alterada por IA para que nuestra boca se mueva al mismo ritmo. Riverside ya incluye esta solución para la edición de vídeo podcast, pero otras como Filmora también la ofrecen desde hace tiempo. Son innumerables las soluciones al respecto. 

Sobre el papel, estas utilidades abren un mundo de posibilidades y rompen definitivamente el muro que suponen los idiomas. De ser una barrera para establecer una comunicación directa y fluida con personas de lenguas diferentes, se convierten en un pequeño lapso que puede superarse en cuestión de décimas de segundo. Se acabaron las fronteras de la voz. 

Pero en el titular decíamos que esto no será bueno para los creadores de contenido en español. Tampoco lo será para los del resto de idiomas que no sean el inglés. ¿Por qué? Aquí van nuestros motivos:

1. Pérdida de la riqueza cultural y lingüística

    La traducción automática al inglés, especialmente si se estandariza y se utiliza de manera masiva, puede contribuir a la homogeneización cultural. Esto podría desincentivar el uso de lenguas minoritarias o regionales, erosionando su valor propio, que lo tienen. El inglés, que hemos aceptado como “lingua franca”, supondrá, al menos durante unos cuantos años, el idioma de destino de buena parte de las traducciones con inteligencia artificial. 

    Por otra parte, las herramientas de traducción automática, aunque avanzadas, todavía cometen errores, especialmente cuando se trata de lenguaje coloquial, expresiones idiomáticas o contextos complejos. Estos errores pueden llevar a malentendidos o tergiversaciones que impacten negativamente la comunicación.

    2. Desigualdad de acceso a oportunidades 

      Aunque estas herramientas facilitan la comunicación en inglés, los no angloparlantes podrían seguir estando en desventaja en contextos donde se valoren habilidades avanzadas en este idioma. Las traducciones automáticas pueden no capturar matices técnicos o especializados, lo que podría impactar la calidad de las oportunidades que reciben. Quizás pienses que, de la misma manera, esos matices culturales son la defensa natural del español contra la homogeneización. Sin embargo, suelen permear más los anglicismos en nuestro idioma que los hispanismos en el inglés.

      3. Superioridad de los creadores angloparlantes

        Como diría Rodrigo Rato, “eso es el mercado, amigo”. Y el mercado dice que son los creadores anglosajones los que mueven más beneficios al llegar a audiencias más masivas. Sus tarifas y el reparto de ingresos que obtienen de las plataformas digitales (redes sociales) son mayores que los que consiguen, por ejemplo, los de habla hispana, incluso cuando estos superan a los primeros en comunidad. El motivo está en el perfil de público y capacidad de consumo al que se dirigen unos y otros. Con esa mayor visibilidad premiada por los algoritmos, si el creador angloparlante, con el que cada vez conectamos más culturalmente, puede de manera automática generar sus contenidos en español, ¿quién crees que terminará ganando cuota en este último mercado? Pues eso.

        4. Dependencia tecnológica

        El uso masivo de estas herramientas puede crear una dependencia de la tecnología para comunicarse en inglés, en lugar de promover el aprendizaje del idioma de forma tradicional. Esto podría limitar el desarrollo de competencias lingüísticas en el largo plazo. Lo que nos faltaba.

        5. Fomentar el dominio del inglés sobre otros idiomas

          Si la tecnología facilita tanto la traducción como la sincronización al inglés, las personas o instituciones podrían priorizar producir contenido directamente en este idioma, marginando los idiomas propios de otros países y regiones, favoreciendo aún más el dominio del inglés en el ámbito global, lo que podría perjudicar la diversidad lingüística.

          Ahora bien, ¿probaremos la nueva funcionalidad de Meta para los reels de Instagram? Sin duda que lo haremos. De nosotros depende, ahora, encontrar la manera de emplearlos de manera ética y, sobre todo, descubrir cómo no perder nuestro espacio en un mercado del contenido donde los algoritmos campan a sus anchas. 

          Artículos relacionados